viernes, 23 de enero de 2009

Melancolía en el aire

Cuando un día amanece como hoy, húmedo y con lluvia casi imperceptible que cae traicionera sobre mi cabeza, me gusta imaginar que vivo en una de esas ciudades costeras del norte a las que voy en verano. Quizá Foz, o puede que Cedeira. Solo que esto está bastante más poblado, y con edificios mucho más altos, que apenas dejan ver el cielo. Cada mañana paso por la Castellana para ir al instituto, y todos los días me quedo mirando, mientras recorro la calle, los cuatro altos rascacielos que ahí se encuentran, solitarios, apartados del resto como bichos raros. En días como hoy, los edificios se pierden en la niebla y me imagino que en realidad no existen, aunque no dura mucho mi elucubración, y al acercarme descubro, con indignación, que ahí siguen. Estoy en Madrid, una ciudad donde hay de todo y no hay de nada. Cualquier cosa que busques, la puedes encontrar, pero es tan vasta nuestra imaginación que podríamos imaginar infinitas cosas, por lo que todo se escapa de nuestras manos y al final se quedan vacías y tristes, pensando en lo que podrían haber tenido.

A pesar de que odio la humedad, llevo un par de días caminando entre mis ensoñaciones, respirando el aire que me hace que al cerrar los ojos recuerde momentos donde todo era más fácil. Por eso querría que hoy Madrid fuera una pequeña ciudad con mar, aunque se me rizase el pelo todos los días o viera el océano en cualquier sitio al que mirase. Pequeño precio a pagar por una realidad que se tornaría, al menos en este momento de mi vida, más apetecible.



-Peace-
*Vera*

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